Letanía de la humildad

Oh Jesús, manso y humilde de corazón, escucha mi plegaria: Líbrame del deseo de sentirme apreciado, del anhelo de sentirme amado, de la aspiración de ser ensalzado, de la inclinación de ser elogiado, de la ansiedad de ser alabado, del querer ser preferido, del deseo de ser consultado, del anhelo de ser aplaudido, y del miedo a la humillación.

Líbrame del temor al desprecio, del recelo ante el reproche, de la inquietud por la calumnia, del temor al olvido, de la preocupación por el ridículo, de la aprehensión ante el agravio, y de la ansiedad por el recelo.

Haz que pueda amar a los demás más que a mí mismo, que pueda apreciar a los demás más que a mí mismo, que mientras los demás crecen, yo pueda menguar ante el mundo, que mientras los demás son alabados, yo pueda permanecer en la sombra, que mientras los demás son preferidos en todo, yo pueda encontrar satisfacción en la humildad, que mientras los demás son exaltados, yo pueda caminar en tu luz oculta, que mientras los demás avanzan hacia la santidad, yo también pueda alcanzar la santidad que Tú deseas para mí.